ARGUMENTO
Jean Baptiste Grenouille nació en mitad del hedor de los restos de pescado de un mercado y fue abandonado por su madre en la basura. La autoridad se hizo cargo del bebé que fue de hospicio en hospicio y sentenció a su madre a la horca. El chico creció en un ambiente hostil, nadie le quería e incluso sus compañeros intentaron asesinarle y todo porque había algo que lo hacía diferente: no tenía olor. A cambio, Jean Baptiste poseía un olfato excepcional. A los 20 años, después de trabajar en una curtidería, consigue trabajar para el perfumero Bandini, el que le enseña a destilar esencias. Pero él quería atrapar otros olores, el olor del cristal, del cobre... y sobretodo el olor de ciertas mujeres. A cambio de centenares de fórmulas de perfumes con los que Bandini se enriqueció, le escribió una carta de recomendación para aprender el arte de "enfleurage" en la capital mundial del perfume: Grasse. Una vez allí, consigue su objetivo, un perfume cuyos ingredientes son la esencia de jóvenes muchachas de la ciudad, a las cuales debía matar y mutilar para obtenerla.
CRÍTICA
Antes de nada he de decir que no he leído el libro de Patrick Suskind en el que se basa esta película, y quizá es por ello que me haya gustado tanto. No puedo comparar ambos medios, por lo que no puedo hacer valoraciones al alza (ni a la baja) en detrimento de ninguno de ellos.
"El perfume" nos cuenta la historia de Jean-Baptiste Grenouille, un personaje con un olfato tan fino que es capaz de distinguir entre todos y cada uno de los aromas existentes. Obsesionado por su propia virtud, el introvertido protagonista buscará el medio para preservar el aroma que considera más preciado, aunque para ello tenga que asesinar a tantas mujeres como sea necesario.
El director de la obra de culto "Corre, Lola, corre", el alemán Tom Tykwer, firma esta ambiciosa película de factura perfecta. La ambientación es simplemente genial, con unas localizaciones y un vestuario realmente logrados. No cabe duda que "El perfume" es una película arriesgada, ya que la mayor parte de la cinta se basa en esa sensación tan difícil de explicar que es el olfato. Para ello el director recurre a una sucesión de imágenes que fluye por la pantalla como retazos de sensaciones, haciendo de esta película algo muy visual. Los paisajes vistosos, los pelos rojizos, la voluptuosidad de las formas femeninas, lo jugoso de los frutos...Todo ello hace que el público entienda por los ojos lo que el protagonista siente con la nariz. La luminosidad de estas escenas son el contrapunto perfecto para los escenarios sombríos por los que se desenvuelve Jean-Baptiste, como fiel reflejo de su alma atormentada. Además, para resaltar determinadas sensaciones olfativas del protagonista, toda la película se ve acompañada de una banda sonora a ratos evocadora (en el descubrimiento de un nuevo mundo de sensaciones), a ratos inquietante (sobre todo en los momentos criminales).
Todo el peso de la película recae sobre el desconocido actor Ben Whishaw, cuya interpretación se basa más en los silencios imperantes que en los diálogos. Con su intrigante rostro tiene mucho ganado, sus ojos enloquecidos hacen el resto. Le acompañan para la ocasión los siempre geniales Dustin Hoffman (en el papel de maestro perfumista) y Alan Rickman (como padre justamente posesivo con su bella hija). Para explicar muchas de las acciones de Jean-Baptiste (con su mutismo como nota predominante), se hace necesaria la figura de un narrador, que en este caso tiene la voz del gran John Hurt. Su aportación es mayor en la primera mitad del metraje, donde a veces tanta narración en tercera persona (influenciada sin duda por el libro) se hace un poco densa y reiterativa.
La puesta en escena de "El perfume" está muy lograda, llegando en ocasiones a situaciones de extraña belleza y a momentos realmente inquietantes (una escalera que sube a un pajar, una estrecha callejuela, un laberinto de setos...). Los crímenes que se suceden resultan horribles, aunque no tanto como las características que lo acompañan (la grasa embadurnada por el cadáver, la venda a modo de mortaja, el corte de pelo...). Sorprendentes resultan a su vez los accidentes que acompañan a cada persona que se cruza en la vida del asesino. Todo ello hasta converger en un final impactante, precedido de una escena extravagante pero coherente coreografiada por La Fura dels Baus (según se dice, convenientemente censurada para el montaje definitivo).
Jean Baptiste Grenouille nació en mitad del hedor de los restos de pescado de un mercado y fue abandonado por su madre en la basura. La autoridad se hizo cargo del bebé que fue de hospicio en hospicio y sentenció a su madre a la horca. El chico creció en un ambiente hostil, nadie le quería e incluso sus compañeros intentaron asesinarle y todo porque había algo que lo hacía diferente: no tenía olor. A cambio, Jean Baptiste poseía un olfato excepcional. A los 20 años, después de trabajar en una curtidería, consigue trabajar para el perfumero Bandini, el que le enseña a destilar esencias. Pero él quería atrapar otros olores, el olor del cristal, del cobre... y sobretodo el olor de ciertas mujeres. A cambio de centenares de fórmulas de perfumes con los que Bandini se enriqueció, le escribió una carta de recomendación para aprender el arte de "enfleurage" en la capital mundial del perfume: Grasse. Una vez allí, consigue su objetivo, un perfume cuyos ingredientes son la esencia de jóvenes muchachas de la ciudad, a las cuales debía matar y mutilar para obtenerla.
CRÍTICA
Antes de nada he de decir que no he leído el libro de Patrick Suskind en el que se basa esta película, y quizá es por ello que me haya gustado tanto. No puedo comparar ambos medios, por lo que no puedo hacer valoraciones al alza (ni a la baja) en detrimento de ninguno de ellos.
"El perfume" nos cuenta la historia de Jean-Baptiste Grenouille, un personaje con un olfato tan fino que es capaz de distinguir entre todos y cada uno de los aromas existentes. Obsesionado por su propia virtud, el introvertido protagonista buscará el medio para preservar el aroma que considera más preciado, aunque para ello tenga que asesinar a tantas mujeres como sea necesario.
El director de la obra de culto "Corre, Lola, corre", el alemán Tom Tykwer, firma esta ambiciosa película de factura perfecta. La ambientación es simplemente genial, con unas localizaciones y un vestuario realmente logrados. No cabe duda que "El perfume" es una película arriesgada, ya que la mayor parte de la cinta se basa en esa sensación tan difícil de explicar que es el olfato. Para ello el director recurre a una sucesión de imágenes que fluye por la pantalla como retazos de sensaciones, haciendo de esta película algo muy visual. Los paisajes vistosos, los pelos rojizos, la voluptuosidad de las formas femeninas, lo jugoso de los frutos...Todo ello hace que el público entienda por los ojos lo que el protagonista siente con la nariz. La luminosidad de estas escenas son el contrapunto perfecto para los escenarios sombríos por los que se desenvuelve Jean-Baptiste, como fiel reflejo de su alma atormentada. Además, para resaltar determinadas sensaciones olfativas del protagonista, toda la película se ve acompañada de una banda sonora a ratos evocadora (en el descubrimiento de un nuevo mundo de sensaciones), a ratos inquietante (sobre todo en los momentos criminales).
Todo el peso de la película recae sobre el desconocido actor Ben Whishaw, cuya interpretación se basa más en los silencios imperantes que en los diálogos. Con su intrigante rostro tiene mucho ganado, sus ojos enloquecidos hacen el resto. Le acompañan para la ocasión los siempre geniales Dustin Hoffman (en el papel de maestro perfumista) y Alan Rickman (como padre justamente posesivo con su bella hija). Para explicar muchas de las acciones de Jean-Baptiste (con su mutismo como nota predominante), se hace necesaria la figura de un narrador, que en este caso tiene la voz del gran John Hurt. Su aportación es mayor en la primera mitad del metraje, donde a veces tanta narración en tercera persona (influenciada sin duda por el libro) se hace un poco densa y reiterativa.
La puesta en escena de "El perfume" está muy lograda, llegando en ocasiones a situaciones de extraña belleza y a momentos realmente inquietantes (una escalera que sube a un pajar, una estrecha callejuela, un laberinto de setos...). Los crímenes que se suceden resultan horribles, aunque no tanto como las características que lo acompañan (la grasa embadurnada por el cadáver, la venda a modo de mortaja, el corte de pelo...). Sorprendentes resultan a su vez los accidentes que acompañan a cada persona que se cruza en la vida del asesino. Todo ello hasta converger en un final impactante, precedido de una escena extravagante pero coherente coreografiada por La Fura dels Baus (según se dice, convenientemente censurada para el montaje definitivo).
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